Medio ambiente: Clave para vivir

Cualquier organismo toma el alimento necesario de su entorno para asegurar su supervivencia, incluyendo no solamente la comida, sino también el refugio, el aire y la energía. Por ello, preservar su equilibrio es fundamental para la continuidad de la vida tal y como la conocemos hoy. 

Los seres humanos, por ejemplo, necesitan una cantidad importante de recursos naturales para comer, vestirse e incluso crear herramientas y otras actividades cotidianas. Cuidar el ecosistema para que el uso de estos recursos sea sostenible y evitar su extinción es, por tanto, algo más que un concepto agradable hacia la tierra; es también una cuestión de vida o muerte.

La mayoría de los ecosistemas, incluida la numerosa flora y fauna que los componen, gracias a la creación de un equilibrio que asegura su propia supervivencia a través de la biodiversidad. Sin embargo, la mano del hombre ha resultado letal para ellos en el pasado, ya que la despreocupación por sus interacciones ha provocado la extinción de especies o un considerable descenso del número de ejemplares vivos.

Por ello, es fundamental aumentar la conciencia global de la sociedad para que esta haga un empleo consciente y razonable de los entornos con los que interactuamos. Con este enfoque, no solamente aseguramos la sostenibilidad, sino que apoyamos la preservación de los componentes bióticos y abióticos para las generaciones futuras, garantizando que todos colaboramos en el mantenimiento, la conservación y el desarrollo de los ecosistemas a largo plazo.

Según el Banco Mundial, cuando el medio ambiente y los recursos naturales se gestionan adecuadamente, pueden servir de base para un crecimiento inclusivo a largo plazo, reduciendo así considerablemente la pobreza. Además, un tercio de las 100 mayores ciudades del mundo reciben agua de zonas protegidas, y la polinización animal se utiliza para polinizar tres cuartas partes de los 115 principales cultivos alimentarios del mundo. 

Los bosques, los lagos, los ríos y los océanos aportan una gran parte de los alimentos, el combustible y los ingresos de las familias en los países en desarrollo, y constituyen una útil red de seguridad social en tiempos de crisis, especialmente para los pobres de las zonas rurales.